Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción



La iglesia, como el resto de los edificios religiosos y los espacios urbanos asociados, constituye uno de los focos principales de desarrollo de la trama urbana; no sólo motiva a su entorno la actividad edilicia, fomentando la construcción, sino que además el viario se estructura a partir de estos puntos de atracción de pobladores.

 El pequeño colectivo rural origen de Valdemoro probablemente construyó una primitiva iglesia en el lugar donde se sitúa la actual, posición topográfica dominante y cercana a la calle principal, uno de los caminos primitivos entre Madrid y Toledo, posterior carretera de Aranjuez y Andalucía. Esta ubicación la convierte, incluso hoy en día, en referente paisajístico desde el sur del municipio.


De estilo barroco del s.XVII, es el edificio más importante del conjunto monumental del municipio.

Los materiales empleados en el exterior son el ladrillo y la mampostería de piedra. 


La planta, de una sola nave, tiene una gran extensión superficial, forma un gran rectángulo de 60 m de longitud y 28 m de anchura, con ocho capillas laterales que se distribuyen simétricamente a cada lado de la nave mayor, en los muros norte y sur, todas cubiertas con cúpulas semiesféricas; la más destacada es la de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la localidad, pero también merece atención la de San José y la que alberga la imagen del Cristo de la Agonía.


Al Noroeste destaca la torre del campanario, culminada en 1764 y reformada recientemente, por eso el color rosa del ladrillo, que alberga cuatro campanas de bronce.


El templo consta de tres puertas de entrada, entre las que destaca la situada al oeste de la nave de simple fachada mudéjar, compuesta de tres arcos de medio punto y dos torres cuadrangulares.


El altar mayor está adornado por tres pinturas. De izquierda a derecha: San Pedro Mártir, de Ramón Bayeu, La Asunción de la Virgen, de Francisco Bayeu, y Aparición de la Virgen a San Julián, obispo de Cuenca, de Francisco de Goya. Este último lienzo, a pesar de ser considerado un tanto secundario en la obra de Goya, es la joya del patrimonio histórico de la localidad.


Completan la oferta pictórica del templo dos pinturas de Claudio Coello (San Francisco Javier y San Ignacio de Loyola), y varios frescos de Antonio van de Pere.

También, en la sacristía, es destacable el Archivo Parroquial con series completas desde principios del siglo XVI, conservado en un armario del siglo XVII, uno de los más completos de la Comunidad de Madrid, y el órgano, fechado en 1737 e incluido en el Inventario General de Bienes Muebles del Estado Español.


Además existía un tabernáculo de exquisitas maderas y piedras preciosas cuyo destino eran las Salesas de Madrid, pero que el Conde de Lerena, por su amistad con el monarca, logró traer a la iglesia parroquial de Valdemoro. Esta obra, esquilmada por los franceses en la Guerra de la Independencia, desapareció totalmente tras la guerra civil.

Está incluida en el Registro General de Bienes de Interés Cultural del Ministerio de Cultura como Monumento Histórico Artístico desde 1981, y goza de protección integral dentro del Catálogo de Bienes y Espacios Protegidos del Plan General de Valdemoro.


A partir de 1993 el edificio ha sido objeto de diversas intervenciones destinadas a proteger y conservar uno de los ejemplos más notables de la arquitectura barroca de la Comunidad de Madrid, consistentes, fundamentalmente en el cerramiento perimetral, la iluminación externa, la remodelación del presbiterio, entre otras.




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